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16 de abril de 2001

Página cultural del diario Noticias de Palencia

Por Jesús Castañón Rodríguez

Página cultural del diario Noticias de Palencia

Número 13. 6 de enero de 1983.

Paco Vighi y el tren

He aquí una historia romántica, digna de figurar en las anécdotas sobre los ferrocarriles del Norte, de Castilla, de Azorín, o tal vez digna de llamar la atención de los guionistas del tren que los domingos por la tarde aparecen en TVE. Una historia para contar justo ahora, a medias entre los veinte años después de la muerte del gran poeta (1890-1962) y las vísperas del centenario del arranque del romance:

1884.– Destinado a Palencia como ingeniero naval de una compañía italiana de tal especialidad, que había contratado la construcción de nuestros ferrocarriles del Norte -lo que empezó a llamarse el Paso del Noroeste-, llega a Palencia, sede entonces de las oficinas de Renfe para el sector, don Humberto Vighi Corradi, hijo del farmacéutico que regentaba la Farmacia de la Charitá, de Parma, y de doña Rosina Corradi, hija de la Condesa D’ Aldai.

1885.- Las bielas del tren -acaso manipuladas por el ciego Cupido- se ponen en marcha. Hay una de aquellas gloriosas veladas de beneficencia. Actúa con su espléndida voz la bella señorita Faustina Fernández, hija del notario don Francisco Fernández y de doña Leona. A partir de ese momento el joven ingeniero italiano ha encarrilado ya su noviazgo en Palencia.

23 de abril de 1886.- La joven pareja ha contraído matrimonio y saldrán para Puente de los Fierros, donde el ingeniero acometerá una empresa que dejaría con la boca abierta a los payariegos: la construcción de ese admirable paso del Puerto de Pajares -infinitos zizagueos y túneles, casi imposibles con la tecnología de la época- todavía hoy admiración de propios y extraños.

El matrimonio tendrá cuatro hijos: Virginia, Elisa -fallecidas en 1888 y 1906- Francisco y otra Virginia.

Don Humberto asciende a ingeniero jefe de Vías y Obras y traslada su residencia a Madrid. Allí, en el número 14 de la calle Ferraz, nace el 1 de febrero de 1890, Paco Vighi, que mantendrá hasta los 14 años la nacionalidad italiana de su padre y, hasta la muerte, su aferrado palentinismo, arraigado en la calle de los Soldados 3, hoy Martín Calleja, en la casa que ocupa el bar Los Candiles -ahora ligeramente desplazado-.

23 de septiembre de 1891.- Humberto Vighi Corradi, ya ingeniero jefe, viaja en acto de servicio entre Venta de Baños y Bilbao. En el mismo tren viaja don José Canalejas con su esposa enferma de hepatitis. El. caballeroso ingeniero cede al matrimonio Canalejas, gentilmente, su departamento. El tren acelera. Unos instantes después hay un descarrilamiento. El departamento del ingeniero jefe de Vías y Obras queda intacto y el matrimonio Canalejas, a salvo. El ingeniero Vighi ha fallecido en el descarrilamiento, unos vagones más atrás. Y la vida de Paco Vighi se ancla en Palencia, en la casa de sus abuelos maternos, a la que se ha trasladado también su madre. Aquí crece entre el mimo de su abuela, su madre, sus dos tías solteras, su hermana Virginia y los de dos sirvientas.

En el colegio de las Angelinas (que él recordaría en su discurso que hizo reír y llorar a tope) la Madre Chantal también le mima. El niño se hace travieso, gracioso, sentimental, guasón, melómano… y poeta:

Cuando se murió el canario,

puse en la jaula un limón:

soy un caso extraordinario

de imaginación.

De esta época de párvulos es también la anécdota que cuenta Carlos Gusano: Virginia dijo en el colegio que tenía un hermano llamado Frasquito. Una compañera se dirigió a la monja que regía la clase y muy asombrada le dijo: «¡Oiga hermana, esta niña dice que tiene un hermano que se llama ‘Botellín’!».

Poco después aparecerá como alumno del Colegio San Isidoro, en la plaza de la catedral, incordiando, con Ramón Gómez de la Serna en la vecina Escuela Normal, que entonces regentaba Doña Manuela Torralba. La amistad con Ramón se mantendrá durante toda la vida: en Madrid, con las tertulias de Pombo, en la lejanía del destierro de Ramón a quien Vighi gritaría en una esporádica llegada a Bilbao para pasar aquí unos días: «¡La pipa, Ramón, la pipa!»

Tal vez para Vighi la pipa era indispensable en el perfil artístico de Ramón y en el suyo propio.

De su infancia y de su juventud él mismo cuenta multitud de anécdotas en sus tempranas colaboraciones en los periódicos Patronos y Obreros, y en El Diario Palentino, en el que aparecen asimismo desparramados muchos de sus versos: sus andanzas por el Carrión, por el Colegio San Isidoro, los «viajes de estudios» a Paredes de Nava, los Carnavales…

Más tarde las andanzas por Cervera, por la mina Paquita de Manolo Nestar, tan entrañable amigo y juerguista que decía una copla de amigos comunes:

Paco Vighi, Paco Vighi,

vete pronto de Cervera:

si te juntas a Nestar,

coges una borrachera…

Luego el alumno sobresaliente, cuyo expediente se conserva en el Instituto Jorge Manrique, dio en la Escuela de Ingeniería Industrial de Madrid, en la que se pasó 16 años de bohemia, hasta que, decidido a casarse con Julia Arroyo, aprobó en un año y con buena notas la larga cadena de asignaturas pendientes:

Contando chismes del Ateneo,

fumando en pipa, sentado al sol,

vemos a Vighi curso tras curso,

pinta de artista, siempre de humor.

En Madrid vivirá ya el resto de su vida, con ligeras y obligadas residencias en Valladolid y en Málaga.

Será profesor de la Escuela de Ingenieros Industriales.

Como poeta festivo y articulista lleno de gracia aparecerá en todas las tertulias literarias de la Corte, muy especialmente en torno a Valle-Inclán -que le llamará el 9º poeta español- y en la tertulia de Pombo y en la del Café Levante y… en todas partes, todas las noches:

¡Oh New York, con tu ruido y humo negro!,

¡Té falta todo! No hay en tus mañanas

humo de hogar ni ruido de campanas

No cambiaré mi andante, por tu allegro.

Prefiero ir con mi Julia y con mi abulia

-del brazo de las dos- a la tertulia.

Este humorista singular, este excepcional y polifacético poeta -ni se toma en serio su propia poesía, ni a sí mismo, ni a los demás, por supuesto- este excepcional palentino, profundamente enamorado de su tierra deja en artículos y poemas, con algunos de los cuales cerraremos esta estampa nostálgica, su dolorido sentir del ama de Castilla.

Es autor de una sola obra, publicada por la Editorial Revista de Occidente -de la que, con la supresión del poema Regionalismo se ha hecho reciente reedición facsímil por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad, Palencia, 1979. Y ha sido objeto de recientes estudios (PITTM, 30),entre los que figura una tesis de licenciatura -inédita- de Javier García Serna, presentada en la Universidad de Valladolid.

Entre sus poemas de tema palentino, no queremos dejar de copiar:

LAS VENTAS DE LA PERNÍA

I

VENTA DE SANTA LUCIA

Esta es la venta de Santa Lucía.

Para los caminantes, un Edén.

Es lo mejor del valle de Pernía.

Hay una buena moza: Sirven bien.

Siempre hay aquí rumor de panderetas,

y llega hasta el camino algún cantar;

mientras pasan chirriando las carretas

de Potes, de Cervera, de Aguilar.

Moza, naipes, canción, vino, cecina,

Hay de todo. Esta noche en la cocina

arde alegre la leña en el hogar;

el gato hace rón-ron bajo el candil;

la moza dando vueltas al mandil

me promete una fiesta en el pajar.

II

VENTA DE ORBANEJA

Tiene tres hijas la mesonera,

así me dicen los mayorales.

Saben que mi alma curiosa espera

siempre aventuras sentimentales.

Tres hijas tiene. ¡Serán tres rosas!

Siempre en los cuentos tres hijas son

las de los reyes. ¡Divinas prosas

que arrullan siempre mi corazón!

Salen las mozas de la Orbaneja.

Se toma alegre la venta vieja.

Tiembla en mis labios un madrigal.

Pero oyen sólo el cascabeleo

de la reata y el piropeo

ambiguo, y rústico del mayoral.

III

VENTA DEL HORQUERO

Venta del Horquero, arriba, en el puerto,

que de octubre a mayo la nieve bloquea.

Jergón duro, vino de sabor incierto:

Aspero es el amo; la moza, muy fea.

Tejado en goteras, donde un gato tuerto

del alero al filo solemne pasea.

El huésped que pase la noche despierto

verá salir brujas por la chimenea

Creyentes pastores, blasfemos tratantes

cuentan, junto al trébede, mil espeluznantes

historias de duendes, crímenes y robos.

Doy las buenas noches, requiero el velón.

Oigo, allá, a lo lejos, aullar a los lobos.

Pensando en el gato, rezo una oración.

IV

TABERNA DE TUPÉ

Estoy en la taberna de Tupé, entre canciones y humo de tabaco.

Oigo una voz que dice: Beba usté; es de rivera; beba usté, don Paco.

Josué, Lolo y Cagacha están aquí, tres enormes corambres que rezuman.

Discusiones sin fin, -Que no, que sí-.

Las paredes y el techo se sahuman.

Los sahuman tabaco y mucho alcohol.

Hay blasfemias del léxico español.

El paso de las horas no se siente:

Todos tenemos roja la nariz.

-Que cuente algo don Paco, que lo cuente.

Yo bebo, cuento, miento y soy feliz.

ROMANCE DE LA VIDA Y MUERTE DEL RIO CARRIÓN

Enorme cuna este valle

para merecer este río,

tan llorón y tan pequeño;

llanto de recién nacido.

Cobertor de lana suave

la nieve del valle frío.

En Guardo, el carbón minero

tiznó la cara del niño.

Cuando pasó por Saldaña

otra vez estaba limpio.

En Carrión le bautizaron

-era hasta entonces morito-;

la ciudad le dio su nombre,

todo eufonía y prestigio.

De cantar tanto en Villoldo,

ronco se quedó en Husillos.

Cuando atravesó Palencia

era ya mozo garrido.

Dieciocho puentes le peinan,

anda lento y presumido.

Por verle, villas y aldeas

se ponen en su camino.

La torre de San Miguel

quiere ser novia del río,

y asomándose a mirarle

tiembla de amor y de frío.

Es burgués en los remansos;

laborioso en los molinos;

ladrón de frutas caídas

en las huertas del Obispo.

Sueña un viaje largo: el mar.

Traiciona sueño y destino,

de Villamuriel el mosto

le hace perder el sentido:

lleva ya una vida turbia

y un derrotero torcido.

Por no ir a Valladolid

-cosas del nacionalismo-

se suicida junto a Dueñas

arrojándose en el río

Pisuerga, labrador manso,

competidor y enemigo.

Nace y muere en la provincia;

no hay otro más palentino.

Recen por él un responso

los frailes de San Isidro.

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