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16 de abril de 2001

Página cultural del diario Noticias de Palencia

Por Jesús Castañón Rodríguez

Página cultural del diario Noticias de Palencia

Número 11. 23 de diciembre de 1982.

El villancico en Palencia

Calle Mayor, escaparates, portal de la Plaza Mayor, corazón para anidar un villancico, palentino o no -da lo mismo- en la sonrisa alegre de los niños.

Si en el entender de Pedro Aizpurúa (prólogo a Villancicos y representaciones populares de Castilla, reedición de la obra de Narciso Alonso Cortés, Institución Simancas, Valladolíd, 1982) «el villancico fue un género de composición literario-musical muy en boga durante cuatro siglos» (mitad del XV a segunda mitad del XIX) pudiendo ser profano o religioso, monódico o polifónico, hoy aquí van a hacer presencia aquellos villancicos que hemos podido oír en nuestra tierra, bien en su sencillez primitiva o popular, bien a través de los arreglos del maestro Moro y de otra serie de recogedores de estas perlas musicales, algunos de los cuales le ayudaron en largas y alegres «cocinadas», ya que ha sido la cocina de la casa del campo la que ha sido testigo de estos felices hallazgos, de los que hoy aún se conservan -en vía de desaparición- algunos restos.

Del archivo de la Sección Femenina, de las grabaciones de la radio, de las a veces desafinadas voces de los escolares que concursan cada año -siempre voces de ángeles sin embargo- vamos a recoger aquí nuestro racimo de cantares para ofrecérselos al niño Dios:

En las montañas de Judea

una gran luz resplandeció

cuando en Belén, ¡lulí, lulera!,

por nuestro amor Jesús nació.

¡Aleluya, día feliz:

todos de fiesta!

Con gran fervor

todos cantad

al Redentor (Repetir estribillo)

Original Aleluya, grabado en la intimidad del hogar de la familia Navamuel, en Barruelo de Santullán. En el mismo hogar y a una sola voz, ésta no menos original Cantiga mavideña:

No me diréis, María

quién fue el primer mortal

que adoró a vuestro hijito

en el pobre portal.

Fue un pobre pastorcito

que acaso allá llegó.

¡Con cuánto amor mi niño

le dio su bendición!

No me diréis, María,

que acaso algún gran rey

también llegó al establo

sus dones a ofrecer.

Tres reyes del desierto

llegaron a Belén:

ellos trajeron dones;

Jesús les dio la fe.

De Antigüedad recogida y armonizada a cuatro voces por Andrés Moro:

Estribillo: Zagalas y pastores

venid, venid, llegad

y al niño que ha nacido

venid a saludar.

Venid, venid,

llegad, llegad,

llegad a saludar.

Solista.- ¿Dónde habrá decid, pastores,

niño más encantador?

Si en el campo ya no hay flores,

dadle el beso de su amor.

Coro: Hoy renace la alborada,

todo alegre del pastor,

y en el monte y en el valle

todo respira amor.

Estribillo: Zagalas y pastores…

Y, como no todo puede ser la pobreza de la letra sin el alma de su música, hemos escogido también dos partituras con las que ilustramos este humilde ramo de canciones en torno a la Nochebuena, que desemboca en la mañana del día de Navidad, día en que los habitantes de Pino del Río van en asamblea popular, presidida por el señor alcalde y con el acompañamiento de caja y dulzaina, a la puerta de la iglesia para dar los golpes de ritual, mientras una voz interior les responde concediendo el permiso para adorar al niño Dios;

– ¿Quién llama a la puerta?

– El. pueblo de Pino del Río

que viene a adorar al niño.

Ya hay paso libre

para el pueblo de Pino del Río.

Y, una vez dentro, la multitud, al son de castañuelas, rabel, zambomba y demás instrumentos populares entona este hermoso villancico:

Vamos ya, pastores;

vamos ya, pastores;

vamos ya, pastores;

vamos a Belén.

Estribillo: A adorar al niño,

a adorar al niño,

a adorar al niño,

nuestro sumo bien,

nuestro sumo bien.

El resto del villancico es dialogado, con intercalación del lento estribillo y la oportuna intervención de los diversos instrumentos, que le dan una enorme belleza plástica:

Toca tú la flauta,

toca, tú, Gaspar.

… (Flauta)

Cantando y bailando

van todos al portal.

Estribillo: A adorar al niño…

Toca la zambomba,

tócala sin parar,

mientras los pastores

presurosos llegan ya.

… (Zambomba)

Estribillo: A adorar al niño…

Resuene el pandero,

resuene el rabel

… (Rabel)

El rey de los cielos

hoy nació, nació en Belén.

Estribillo: A adorar al niño…

Cuando se escribe esta página está ya grabado y afortunadamente a punto de aparecer y de poder ser escuchado, en las afinadas voces del Grupo Folklórico Tierra de Campos otro de nuestros más antiguos villancicos, el que acompañado de baile y con el niño en procesión se celebra -¡Dios sabe desde cuándo!- en el templo de San Miguel, vulgarmente conocido como el ¡Ea!

Al principio del mundo

profetizaron

la venida del niño.

Ya se ha llegado.

¡Ea!

Que eres como una perla…

De su popularidad son fieles testigos curiosas variantes que, entre otros, se han podido oír en 1970 a los niños de las Escuelas de Baños de Cerrato y otros lugares.

De la divulgación, el interés y el cariño con que el villancico ha sido tratado en las aulas son buen ejemplo estas canciones:

Sobre su cunita

vino Cristo a ver

una farolita como la del tren,

como la del tren,

que alumbra a compás:

a la medía noche

y a la madrugá.

Es la estrella que a los Reyes

vino alumbrando el camino

y no cesa de mirarse

en este rostro divino

(Colegio de Nuestra. Señora de la Compasión. Aguilar de Campoo, 1970).

En el mis tema, pero con tono más popular:

Los pastores y los Reyes

fueron juntos a por leña

para calentar al niño

que ha nacido en Nochebuena.

(Grupo escolar de Cevico de la Torre)

Y, dentro del inevitable y emocionado tema de los pastores:

Un pastor comiendo gachas estaba

cuando un ángel, que del cielo venía,

le anunció que iba a nacer esa noche

en Belén en un establo el Mesías.

Estribillo: Llegan los pastores al Rey a adorar y con la burrica fueron hacia allá.

Estribillo: No me tires coces, vamos a Belén. ¡Arre, borriquillo, que yo voy también! (Repetir)

Una vieja estaba gruñe que gruñe

cuando un ángel, que del ciclo venía…

(Grupo escolar de Osorno)

Y ya, para despedir con su cordialidad proverbial a los niños de las escuelas, este alegre villancico:

Carrasclás ¡qué bonito está el niño!

Carrasclás ¡qué bonito que está!,

Carrasclás ¡qué madre que tiene!,

Carrasclás. Carrasclás. Carrasclás..

Carrasclás: yo le doy un besito.

Carrasclás: yo le doy mi panal.

Carrasclás: yo le doy mis ovejas.

Carrasclás. Carrasclás. Carrasclás

Carrasclás: yo le quiero muchísimo.

Carrasclás: yo no vuelvo a pecar.

Carrasclás: yo me quiero ir al cielo.

Carrasclás. Carrasclás. Carrasclás

(Meneses de Campos, 1.970)

Y, junto a la voz de los escolares, la autorizada maestría de dos de nuestros poetas que han dedicado libros monográficos a la Navidad, ya que algún poema sobre el tema raro será el poeta castellano que no lo haya escrito.

De Noche de dios, alba del hombre de Antonio Álamo Salazar, siempre me ha parecido sublime esta entrada del poema La novia adolescente:

Trece añicos tiene

(contados por Ana)

y es clara y sencilla

como la mañana.

– «¡Sólo trece Pascuas…!»,

piensa Nazareth;

y le increpa el cielo:

– «Sólo trece… ¿y qué?».

De los Villancicos para zambomba y transistor -todos de temática actualizada: el astronauta, el ciclista, la enfermera…- yo escogería, para cerrar esta breve canción de Navidad la primera estrofa del largo Poema para enseñar a poner el Belén a un hijo:

Cuando yo era pequeño, igual que tú, hijo mío,

soñaba ya en noviembre con poner el «belén».

Hoy, que ya apenas sueño, que siento más el frío

sueño con que tú enseñes, hijo mío, también.

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