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16 de abril de 2001

Página cultural del diario Noticias de Palencia

Por Jesús Castañón Rodríguez

Página cultural del diario Noticias de Palencia

Número 23. 24 de marzo de 1983.

Libros y autores: 14.- Carlos Urueña González: «Tiempo del hombre»

A dos días del nacimiento de la primavera, del lejano Día de la poesía, de los viejos recuerdos, de los triunfales años florales, de pronto, el número 101 de la colección Rocamador, Tiempo del hombre, de Carlos Urueña:

Aún queda primavera en nuestras manos

en este caminar de cada día

donde se esconde la extensión del tiempo,

el grito acusador de tanto olvido

con auroras que van, mueren y vuelven

a engendrar esperanzas en los pechos..

Así de palmariamente, una declaración de nuestro más veterano poeta, Carlos Urueña, nacido en Villagarcía de Campos en 1911, fuera ya del trabajo que no sea el de torcedor de la poesía. Y esta poesía, todavía -y ya es decir- en el cerrado círculo de la esperanza, de la añoranza, del recuerdo… cerrando una especie de trilogía compuesta por los otros dos libros del autor: Presencia del recuerdo (nº 22 de la Col. Rocamador, 1963) y Memoria del hombre (Tecnigraf, Venta de Baños, 1978). Desde la añorada infancia y juventud de Villagarcía de Campos:

Aquí está la presencia de mi verso y mi canto,

Villagarcía en sueño de la moza y el mozo…

(…) Sobre las manos de la túnica del tiempo

arropando lluvias de antiguos corazones (…)

Un álamo y un chopo, carretera.

Desnudez del paisaje, sinfonía

del , hombre que trabaja cada día

con pasión de imposible primavera.

A la realización plena de la persona en Palencia, a la que el poeta se aferra desde 1942.

Aquí nace su vocación de poeta, aquí crece, espolea hábilmente por Gabino Alejandro Carriedo, entonces también en el Instituto Nacional de Previsión. Después vendrá la presentación a José María Fernández Nieto, con quien alternará primero en Nubis y luego en Rocamador, con fidelidad insoslayable hasta la fecha. Fruto de esa amistad, de ese continuado aprendizaje, de una colaboración permanente con numerosos actos poéticos en la capital y en la provincia, numerosos premios en los Juegos Florales, incluso -como desarrollo lógico de un grupo de amigos poetas- las participaciones en Página al viento- de Alamo Salazar- en la Revista hablada Juan de Baños, dirigida por Andrés Quintanilla. Es esa la Palencia que late por Memoria del tiempo: elegía a Jorge Manrique desde La Nava, Poema a Unamuno, Poema del sueño de mis hijos…

Amanecer en Peña Aguilón…

Estoy en Aguilar, entre el ensueño

del Pisuerga que en rocas campanea (…)

Y, como siempre, al fondo, el eco de la infancia:

Con ojos llenos de luces

de una infancia que aletea

vi dos paisajes distintos

desde la sed de la gleba (…)

El alma en meditaciones

como paloma se eleva (…)

Y, debajo, la subyacente imagen de Torozos. Finalmente, cerrando la trilogía, este Tiempo del hombre:

Si existir es beber del mismo vaso

que se apura hasta el límite del día,

amar es, compartir esta alegría

que vamos estrenando a cada paso (…)

Unidos bajo el alba que clarea

seguiremos la recta del camino

llevando blanco el pan y negro el vino

a la luz que en la cúspide campea.

Así, paso a paso, libro a libro, recital a recital, Carlos Urueña en la cúspide del camino, en la recta final de Nubis -de la que cada vez van quedando menos compañeros del camino-, de Rocamador que en 1980 cumplía Bodas de Plata y, a mi entender, cerraba como grupo de poetas, por más que en esta paradójica eclosión de la primavera (con el habitual cambio de nombres en los movimientos poéticos P.I T.T.M., 43, pero no cambio de hombres) haya rebasado ya con creces el ansiado número 100 de su colección de poemas.

Enfrenten la otra primavera: la primavera de los jóvenes. Y, como ellos mismos dicen de los no tan jóvenes, de uno de los cuales Manuel Bores Treceño traigo hoy a estas páginas una muestra de otra manera de hacer la poesía.

Frente a la eclosión de la poesía de ayer, la eclosión de la poesía de hoy, de la que -con el mayor interés posible- también tenemos que ir tomando conciencia. Poesía sin Juegos Florales, con publicaciones en revistas y en números a ciclostil, de ediciones no venales y, en definitiva, para amigos… Pero con su mensaje también dentro, con su inquietud acaso con sordina silenciosa, con su virtuosismo incluso a cuestas, como de hombres que, a su vez, han pasado ya por otras experiencias poéticas.

Poetas de Palencia

Incluye el poema «La pregunta» de Manuel Bores Treceño.

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