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16 de abril de 2001

Página cultural del diario Noticias de Palencia

Por Jesús Castañón Rodríguez

Página cultural del diario Noticias de Palencia

Número 16. 27 de enero de 1983.

Nuevas generaciones

A veces se publican libros con el título de Poesía joven, de Joven poesía, de Poesía de jóvenes… (siga Vd. dando vueltas a la frase).

Es cierto que entre nosotros hace ya tiempo que se presiente y se ve venir el cambio de relevos poéticos. No es lógico que sigamos viviendo, en lo provincial, del prestigio de Nubis o del Rocamador, de la poesía de postguerra, en una palabra. Aquí, como en otras partes a lo que parece opinar Fanny Rubio -autora de una reciente antología- la postguerra en poesía se ha prolongado unos años.

Hace ya algún tiempo (PITTM, 43, 1979), en que junto a los movimientos veteranos se anunciaba la existencia de varias tentativas juveniles -la mayor parte de sus autores todavía en la etapa de la enseñanza media- corno la Tertulia Literaria de Jorge Manrique, los Viernes del Arte Joven, La Buhardilla, Habibi, entonces recién salida a la calle…

Por parecidos cauces venían los balances de poetas independientes -no pertenecientes ni a Nubis ni a Rocamador- o los nombres de poetas nuevos con publicaciones en el último año, que los dos periódicos locales señalaban paradójicamente y coincidentemente el 30 de diciembre de 1982.

Ahora aparece el segundo número de Habibi (Enero de 1983) con nombres nuevos y algunos de los que ya nos eran conocidos desde hace aproximadamente un lustro. Por parecidos caminos -al menos intentona- de reincorporación a la marcha de nuestra poesía parece que anda Reflejos, vista que en su día se imprimió a ciclostil en el Instituto Jorge Manrique y algunas otras publicaciones de los actuales universitarios…

Parece cada vez más claro que asoma ya el perfil de la nueva frontera; la línea de las nuevas generaciones poéticas de nuestra provincia. Como ha venido siendo tradicional entre nosotros -trabajo citado-, los mismos nombres han pasado en una fase experimental por varios de estos movimientos escolares previos y es fácil suponer que, como les sucede a nuestros más veteranos poetas -José María Fernández Nieto, Carlos Urueña… -pasen, a su vez, -con mayor o menor participación- por muchos de los que los sucedan.

Lo cierto es que si Nubis (1945-1957, con varias reapariciones a lo Guadiana) y Rocamador (Revista: 1955-1968 y Colección, todavía en funciones con reavivamiento en los últimos meses: números 100, 101, 102, 103 y 104, en prensa) pertenecen ya al pasado de nuestra poesía; aunque algunos de sus componentes sigan publicando con carácter meramente individual.

Llámese como se llamen las nuevas generaciones -el tiempo lo confirmará- lo cierto es que Rocamador -a mi modesto entender- viene a cerrar la poesía de postguerra en 1980, con los diversos actos de sus Bodas de Plata (PITTM, 41, 44, 746), tras una serie de reuniones y actos relacionados con el V Centenario de la muerte de Jorge Manrique, cuya idea de celebración partió del grupo con motivo de la Mesa Poética de Castilla y León en honor de Jorge Manrique, celebrada en Paredes de Nava y Palencia en las Navidades de 1974.

Hay, pues la lógica expectación en los círculos poéticos en torno a todas y cada una de las nuevas apariciones, como esta de Habibi, que abre el año poético en curso.

Un filósofo palentino de la Ilustración: Vicente Fernández Valcarce, crítico de Descartes

En el número 47 de las Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses (PITTM, 47, 1982) Pablo Cepeda Calzada ha realizado una labor digna de agradecer: la presentación, muy mejorada en varios aspectos, de la obra de Fernández Valcarce, ya conocida desde los estudios de Menéndez Pelayo y otra amplia bibliografía, más o menos directa -págs. 181-183- con que el autor cierra este interesante ensayo sobre nuestro filósofo del siglo XVIII.

Tras una nota preliminar, se nos presenta una biografía resumida (Nacido en Palencia en 1723, deán de nuestra catedral desde 1796, fallecido en enero de 1798 y autor, sobre todo, de unos famosos Desengaños filosóficos en 4 tomos (1787, 88, 90 y 97…).

Los Desengaños están divididos en Disertaciones (más bien desordenadas disgresiones en este caso) de la siguiente forma: I.-tres disertaciones; II (Dis. IV-VII): III (Dis. VIII sobre y contras las doctrinas de los nuevos filósofos) y IV(Dis. IX sobre la tolerancia religiosa y X sobre «la historia de los Siete Durmientes»).

Muy en la línea del P. Nájera, ampliamente atacado en El Diario de los Literatos por su barroca prosa latinizante y desordenada, nuestro autor -como tantos autores de Desengaños, entre ellos el ilustre Moratín- más bien pudiera ser él mismo el desengañado,

En estilo pesado -nadie sabe lo que el autor debe a la ordenación de la materia Filosófica, a la comparación esclarecedora con otros autores, en el trabajo de Cepeda -es uno de los filósofos tradicionalistas del XVIII que, si bien obtuvo alabanzas de don Marcelino Menéndez Pelayo, es, en líneas generales, un caso típico de nuestro retrogradismo científico- especialmente en materia filosófica en el Siglo de las Luces.

Parte importante del trabajo de Cepeda, además de los hábiles resúmenes finales -alarde de poner luz en el caos de las doctrinas del autor- es el importante esclarecimiento de las fuentes de Fernández Valcarce: Horacio, Terencio, San Agustín, Santo Tomás, Aristóteles, Cicerón, Séneca, Tito Livio, Diodoro… las fuentes generales o arsenales filosóficas como Historia Crítica Philosophiae de J. Brucker; la Enciclopedia; autores de cita permanente en la época como Bayle, Gassendo, Poiret… y una larga de nombres que Cepeda cita detalladamente en la pág. 174.

Muy interesante son las continuas acotaciones filosóficas y altamente importantes las sugerentes referencias -tan ineludibles en Pablo Cepeda- a la relación entre la Literatura Española del XVII y la filosofía cartesiana.

En definitiva, un estudio profundo e interesante de un autor que, por desgracia, no resulta tanto y que sale de la pluma del ensayista bastante mejorado en terminología y estilo literario: esa expresión rayana en la metáfora, tan típica de los conocedores de la correcta prosa de Ortega, que en el XVIII no podía -salvo muy honrosas excepciones- ni soñarse como posible en un filósofo, al menos entre nuestros filósofos tradicionales, de la polémica inevitable, del Desengaño como arma de dialéctica de cada día.

Poetas de Palencia

Incluye el poema «Casa del pueblo».

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